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2 Maneras de Adorar en la Navidad

Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.” Mateo 2:10-11

Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.” –Lucas 7:37-38

Estos dos pasajes tipifican dos maneras diferentes de adorar a Dios. En el primer pasaje, vemos a los magos postrándose en frente del bebe Jesús. Ellos se postraron porque tuvieron una revelación racional. Siendo sabios, ellos interpretaron a una estrella en el cielo que les decía que un rey estaba naciendo en Israel. Ignorando lo absurdo que parece el adorar a un bebe, ellos lo hicieron por su conocimiento. Igualmente, adoraron dándole a Jesús lo que merecía por causa de quien era. Oro porque era Rey, Incienso porque era Dios, y mirra porque iba a morir por nuestros pecados. Todo esto era formal: Un reconocimiento intelectual de quien Jesús es, seguido por las correspondientes acciones.

Esta imagen contrasta intensamente con la que sigue en el segundo pasaje. En ese, una mujer pecadora entra a donde esta Jesús y derrama su perfume más caro sobre los pies de Él. Ella regaba los pies de Jesús con sus lágrimas y los enjugaba con sus cabellos y lo besaba. Esta mujer mostro una adoración totalmente distinta a la de los magos. No era tanto un reconocimiento intelectual, como un amargo reconocimiento de su condición pecaminosa frente a Jesús. No era tanto un regalo simbólico y apropiado como el derramamiento de todo su ser en agradecimiento por la misericordia de Jesús. Esta mujer no estaba adorando por causa de su razonamiento, sino porque sentía el amor que emanaba de Jesús. Era emoción, pero en muchas maneras era más real que el oro y la mirra que los magos presentaron. Ella sentía en su alma lo que Jesús hizo: que la había perdonado y librado de sus grandes pecados. Su ofrenda no fue racional. Ella derramó una ofrenda extravagante y desmedida, pero esto agradó a Dios.

De la misma manera, nosotros debemos adorar a Dios en las dos formas. Primero, como los magos, adoramos porque Dios lo merece. Adoramos porque El es Creador. Vemos las estrellas y la naturaleza y el cuerpo humano, las obras de sus manos y reconocemos su gran poder. Le atribuimos todo honor y gloria intelectualmente y le servimos por causa de nuestro razonamiento. Pero también debemos adorar de un corazón contrito, humillado, y agradecido por lo que Dios ha hecho: con una adoración de amor, que se siente en el corazón, con empeño, devoción, arte, y belleza.

La Navidad requiere las dos formas de adoración. Debemos adorarlo porque entendemos la gloria y magnificencia del poderío de Dios, quien hizo que su hijo naciera de una virgen para venir al mundo y salvarnos a todos. Pero también es necesario adorarle desmedidamente y con toda nuestros sentimientos, porque sin el amor desmedido del Padre… ¿Adonde estaríamos? No solo estaríamos condenados a una perdición infinita, sino que no tuviéramos esperanza de salir del lodo que es el pecado. Nunca podríamos experimentar la dulzura de la comunión con Cristo. Y por eso nuestro corazón debe gritar.

Por Jesús el Rey, Jesús el Salvador, Emmanuel.

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#2013 #Adoracion #agradecimiento #deleite en el Señor #Navidad