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Yo Era Culpable, y Él Tomó Mi Lugar - 4/15

“Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.” Isaías 53:5

Pasando por una Iglesia cristiana vi un cartel que me llamó la atención y este decía: “Yo soy Barrabas.” Pensando en esto, manejando mi carro de regreso a casa, me parecía oír a la multitud gritar: ¡suéltanos a Barrabas y crucifiquen a Jesús! Estas palabras resonaban en mi mente cuando de momento me vi yo como este malhechor. Así como Barrabas era un hombre pecador, culpable de delitos y transgresiones, yo también era culpable, y aunque no de la misma forma ni aunque no se me imputara los mismos delitos de Barrabas, del mismo modo merecía ser condenada por mis pecados, como debió ser condenado él.

Inmediatamente el Espíritu Santo trajo a mí mente el momento de la crucifixión, y en ese instante reviví el día de mí conversión. Pude ver que en esa Cruz debía estar yo. Él era justo e inocente y estaba siendo condenado por mis transgresiones. Comencé a mirar de una forma palpable que en cada herida causada por los latigazos que recibió, estaba puestas cada una de las enfermedades que me acechan. Con los golpes que recibió, con los clavos que lo pegaron a la Cruz, con la lanza que traspasó su costado Él estaba siendo molido por mis rebeliones y pecados. Allí en la cruz, con aquella angustia Él estaba pagando el castigo para yo tener paz. Allí en el Gólgota el estaba comprando mi redención.

En mi analogía con Barrabas, me di cuenta que él fue hecho libre por aquellos que odiaban a Jesús, pero yo fui hecha libre por su amor. Fue por amor que Él quiso tomar mi lugar, como dice ese famoso himno: “Él quiso que sus manos llevaran clavos que yo debía de llevar” ¡Aleluya!

Meditando en esto, me di cuenta que en ocasiones con nuestras murmuraciones, nuestra incredulidad, nuestra desobediencia, nuestras rebeliones, mostramos ingratitud al gran sacrificio de Cristo. Celebramos la semana Santa de una manera tradicional y no profundizamos en la verdad que encierra esta celebración. Con su martirio, Cristo nos redimió. Él nos redimió del pecado, de la enfermedad, y de una muerte eterna. Con su muerte el nos sacó de un mundo de tristeza, nos rescató de un reino dominado por el diablo, y de una sentencia que nos condenaba al infierno.

Es tiempo de mirar a Jesús, considerar al Autor de nuestra Salvación. Meditar en su enorme sufrimiento en la Cruz por todos nosotros. Poner atención a lo que Él llevó con Su sacrificio para que nosotros no tuviéramos que llevar.

Así que hermanos deudores somos, amémosle, adorémosle y agradezcamos al que Es Digno de recibir toda la adoración y toda la honra hoy y siempre. ¡Amén!

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#2015 #Amor #Paz #Redencion #Sacrificio #Salvacion #Sanidad