“Encomienda a Jehová tu camino, y confía en Él; y Él hará.” Salmo 37:5
Por naturaleza el ser humano es dado a querer mantener el control sobre cualquier situación adversa que se le presente. Pensamos que si no estamos nosotros al frente de la situación haciendo gestiones o buscando soluciones para resolver el problema estamos caminando al fracaso total.
Esta autosuficiencia de pensar que si nosotros nos movemos resolveremos la situación, es la causa que nos limita para creer que Dios solucionará las circunstancias adversas que nos perturban. No queremos soltar nuestros problemas, no podemos dejar el control, no entendemos con nuestra menta natural el concepto de estar quietos y esperar en Dios.
En ocasiones nuestra diligencia puede ser efectiva y puede ayudar a resolver diferentes contra tiempos; pero hay momentos donde no hay forma en que podamos resolver nada con nuestra intervención por más que nos afanemos. Cuando por nuestras limitaciones no logramos solucionar los problemas o adversidades que nos asaltan, comenzamos a desanimarnos, afanarnos y a desesperarnos por lo difícil de la situación.
Dios es un Dios de Paz y no de confusión. Él quiere que nosotros aprendamos a confiar y depender de él totalmente. En el Salmo 37:5 encontramos de una manera sencilla la forma que Dios desea que nosotros obremos como sus hijos.
El versículo 5 de este Salmo está dividido en tres partes. En primer lugar Él dice: “Encomienda a Jehová tu camino” La palabra Encomendar significa: Entregarse, confiarse al amparo o protección de alguien, también significa encargar a alguien que haga alguna cosa. Cuando usted aprende a encomendar su camino al Señor, usted descubre que usted está entregando su vida, sus problemas, su familia, sus finanzas, su matrimonio, sus hijos, sus negocios, su trabajo, sus estudios, su salud en las manos de un Dios que es Grande y Poderoso, que hace las cosas mucho más abundante de lo que pedimos o entendemos ¡aleluya! El tener un pleno conocimiento de quien es Dios nos hará fácil dar el segundo paso.
En segundo lugar el versículo 5 dice: “Confía en Él”. Confiar es creer, estar seguro, tener fe en que este Dios no te va a fallar. David dijo: “Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados.” (Sal 34:5) Nuestro Dios es un Dios fiel. Todas sus promesas son siempre sí, la Palabra nos dice: Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá. (Marcos 11:24) No puede haber en nuestra mente ningún margen de duda de que con Él a nuestro lado vamos a ser avergonzados o destruidos. La fe en Dios es la que nos lleva al tercer paso
Y en tercer lugar el versículo 5 nos dice: ‘Él hará”, ¡que tremenda promesa! No tienes que preocuparte, no tienes que desvelarte, no tienes que entristecerte, hay una promesa, y Él es fiel a su Palabra. Si tú encomiendas tus caminos a Él, si tú crees de verdad que Él es Poderoso para resolver o hacer lo que le estas pidiendo, él no puede dejar de cumplir lo que Él ha prometido, porque Él no puede ir en contra de su Palabra. Por tanto hay seguridad, Él lo hará. ¡Amén!
