“Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas;” -Isaías 43:16
En cierta ocasión me encontraba en una isla no muy lejos de la costa en un paseo familiar. Cuando ya estábamos listos para regresar, una tempestad llegó al lugar. El cielo se puso negro, y el color del mar cambio tomando un color gris oscuro, casi negro, que daba horror. La marea del enfurecido mar había subido tanto que hacía imposible divisar el puerto.
Esta experiencia me llevó a reflexionar: ¿Cuántas veces en nuestra vida el mar se levanta con olas tan bravas, que nos parece que sus aguas impetuosas nos van a anegar? Es muy común que nos sintamos perdidos, sin una dirección específica y sin rumbo hacia dónde dirigirnos en medio de un mar agitado, en medio de circunstancias difíciles que se presentan en nuestro camino. En nuestra humanidad siempre necesitamos ver camino firme y seguro para transitar.
Nuestro Dios abre camino donde no lo hay. Esto es una verdad que debemos atesorar. Cuando en oración has puesto tu vida, tus problemas, y circunstancias en las manos de Dios, tienes que aprender a creer en Él. Aunque rujan las olas del embravecido mar diciéndote lo contrario de lo que has pedido, debes permanecer firme en quien has creído. Tienes que creer que Dios oyó tu oración. El salmista David así lo creía y en el salmo 65:2 él ora a Dios diciendo: “Tú oyes la oración.”
En medio de la tempestad Dios nos llama a creer. El profeta Isaías nos dice: “Así dice Jehová, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas.” Dios es el que abre el camino que tú necesitas en medio de ese mar encrespado en el que te encuentras. Aunque tú no veas el camino por donde debes andar, no quiere decir que no hay un camino. Es nuestro Dios el que abre sendas en medio de las aguas impetuosas.
Quizás el enemigo se ha levantado contra ti rugiendo ferozmente y te has asustado, pero el Señor te dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán….” (Isaías 43:2)
Aunque el mar de problemas te amenace con ahogarte no temas, el Señor mismo es quién ha prometido estar contigo. Puede ser que tú te sientas inseguro porque tu barco se mueve de un lado para el otro azotado por las olas, pero no dudes Jesús está al timón de tu embarcación.
Puede ser que la bruma del encrespado mar no te deje ver el puerto a donde tú necesitas llegar, pero ten la seguridad que Dios ya ha abierto ese camino para ti. Recuerda: es el Dios a quien tú sirves, el que abre camino en el mar, y senda en las aguas impetuosas. ¡Amén!
