“Jehová nuestro Dios nos habló en Horeb, diciendo: Habéis estado bastante tiempo en este monte.” Deuteronomio 1:6
El Pueblo de Israel había recibido la promesa de heredar una tierra fructífera, y habían recibido la orden de ir en avanzada y entrar en posesión de su herencia. Pero surgió un problema, ellos habían creído el mal reporte que trajeron los 10 espías que habían ido a reconocer la tierra que Dios le había dado por heredad.
Al poner sus ojos en las dificultades que los espías encontraron, limitaron su fe y configuraron sus mentes con el pensamiento incrédulo que les decía que no podrían conquistar la tierra porque estaban en desventaja con los hombres que la habitaban.
Por su falta de fe, el pueblo israelita regresó al desierto, y por cuarenta años estuvo contemplando un monte de incredulidad, miseria y dolor.
Nosotros al igual que los israelitas cometemos el mismo error de poner atención al mal reporte que el enemigo nos trae a nuestra mente diciéndonos que no conseguiremos recibir lo que hemos pedido o necesitamos debido a las circunstancias que nos rodean.
Creyendo las mentiras que el diablo nos dice, nuestra mente se parapeta en un estado de incredulidad, que no nos permite ver lo que Dios nos ha dicho en sus promesas. Con tal falta de fe, transcurren los días y solo contemplamos el monte de problemas en el que vivimos, sintiéndonos angustiados y temerosos sin saber qué hacer ni para donde ir.
La fe no es ciega, ella no niega las imposibilidades que existan. Pero ella mira a Dios quien es más grande que todas las imposibilidades que puedan aparecer. Pues no hay nada imposible para Dios. (Lucas 1:37)
Los espías israelitas duraron cuarenta días para recorrer la tierra que se les había dado por heredad, en esos cuarenta días ellos solo miraban a través de sus sentidos físicos, y los sentidos son contrarios a la fe. 2 Corintios 5:7 nos dice: “Por fe andamos no por vista.” Por tanto sin fe alguna, ellos no podían ver lo que lo que Dios les había dicho, solo veían las imposibilidades. Por su incredulidad, pasaron cuarenta años en el desierto antes de heredar la promesa. Les fue dado un año por cada día de incredulidad mientras recorrían la tierra.
¿Cuántos días llevas tú mirando el monte de imposibilidad que hay frente de tus ojos? Dios te dice hoy: ya has pasado bastante tiempo mirando y rodeando este monte de problemas, ¡vuélvete a mí! Y “Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.” (Salmo 32:8) ¡Amén!
