Y Daniel habló y dijo: Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey. Daniel 2:20-23
El rey Nabucodonosor había tenido un sueño y demandaba a los sabios del reino no solo que lo interpretaran, sino que le dijeran también el sueño que él había soñado. Por su puesto que nadie podía decirle tal cosa, así que el rey con mucha ira decidió matarlos.
Con esta sentencia, Daniel y sus amigos corrían peligro de muerte; por lo que este gran profeta de Dios decidió pedirle al Rey tiempo para orar y así preguntarle a Dios lo que el rey quería saber.
La situación era difícil, la limitación de la mente del ser humano chocaba con el dictamen del rey haciendo apremiante tener la respuesta requerida por el monarca para evitar una matanza. Daniel sabía que como hombre no podía hacer nada, solo Dios podía ayudarlo, y busco ganar esta batalla en las rodillas.
Es de rodillas, en una oración sincera con Dios donde tu vences toda batalla. Es de rodillas donde tu oyes la voz de Dios, es de rodillas donde tienes la revelación que necesitas. Es peleando de rodillas donde Dios te da la salida a tus problemas, y abre la puerta que está serrada.
Daniel obtuvo la victoria de rodillas. El pudo proferir esta hermosa alabanza: “Sea bendito el nombre de Dios de siglos en siglos, porque suyos son el poder y la sabiduría. Él muda los tiempos y las edades; quita reyes, y pone reyes; da la sabiduría a los sabios, y la ciencia a los entendidos. Él revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz. A ti, oh Dios de mis padres, te doy gracias y te alabo, porque me has dado sabiduría y fuerza, y ahora me has revelado lo que te pedimos; pues nos has dado a conocer el asunto del rey.”
Puede ser que tu estés pasando por una situación difícil y te sientes desanimado. No te rindas, tu victoria la conseguirás de rodillas. Busca a Dios en oración y cuéntale tus cuitas, y ciertamente él te escuchará y te sacará de tus problemas victoriosamente. ¡Amén!
