¡Navidad! ¡Qué gran día! Hace dos mil años atrás en Belén, Dios el Padre la iniciaba dando el mayor regalo que nadie jamás ha podido igualar. Dando a su Hijo. ¡El salvador del mundo nacía en un pesebre humilde! Los magos dejando su tierra, viajaron siguiendo a la estrella que los guiaba para presenciar el mayor de los acontecimientos en la historia de la humanidad, ver al Niño Rey. Los tres reyes magos que venían desde el oriente, venían ansiosos de conocer este Rey, y cuando lo encontraron se regocijaron con muy grande gozo. Y trayéndoles regalos, oro incienso y mirra reverentemente adoraron al Señor Jesucristo. (Mat.2: 9-11)
Nosotros como estos tres magos debemos tener el corazón rebosante de alegría, llenos de gozo en esta navidad, porque hemos conocido a este Gran Rey. El vive y reina dentro de nuestro corazón. De ninguna manera debemos permitir que los afanes de la vida cotidiana, los problemas que estemos enfrentando, los inconvenientes que se han presentado en este año puedan empañar el gozo de haber conocido a nuestro Salvador.
Así como los magos le adoraron y le ofrecieron regalos, de la misma manera nosotros debemos darle a Él sacrificios de alabanzas, frutos de labios que confiesen Su Nombre, como dice la escritura: “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, frutos de labios que confiesan su nombre.” (Hebreos 13:15)
Navidad es una de las épocas más hermosas del año, y aunque para muchos ha perdido su significado real, para nosotros los cristianos la navidad sigue siendo el día en que celebramos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.
Así, pues, con ánimo y mucho gozo celebremos esta navidad, y esperemos un año nuevo lleno de bendiciones y prosperidad: recordando siempre que Navidad es Cristo, y sin Cristo no hay Navidad.
Ministerio Josue Yrion
