En la obra literaria La Eneida, escrita por Virgilio, cuando uno de los guerreros heridos regresa de la guerra, apenas puede mantenerse erguido, entra a la ciudad, Virgilio grita palabras de determinación tan necesarias en nuestros días: «A pesar de todo, este hombre sigue sosteniendo las riendas». Con frecuencia, ante la aparición de dificultades, problemas, pruebas y tribulaciones tendemos a correr y rendirnos; en realidad es Cristo quien nos da su PAZ en medio del caos. La persona que surge victoriosa en la vida es aquella que no se detiene en la batalla, y aunque herida, sale viva con marcas y cicatrices pero alcanza la victoria, porque sigue fielmente sosteniendo las riendas.
Él nos sostendrá en SU PAZ aunque la batalla sea grande. Tenemos su promesa en Isaías 26.3: «Tu guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado». Si los pensamientos de nuestra mente están en Él, podremos enfrentar los embates de la vida confiadamente, porque hemos de perseverar y depositar nuestra confianza en el Dios que todo lo puede. Al enfrentar las pruebas, la marca de nuestra madurez espiritual como cristianos está en Gálatas 5.22: «Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, PAZ, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza». Para poseer el fruto del Espíritu, es necesario que Él esté plantado dentro de nosotros, porque para que algo dé fruto debe ser una planta o un árbol. Si Cristo está plantado en nuestro ser como el árbol de la vida, entonces produciremos los frutos del Espíritu (Juan 15.1-8).
Tomado del libro “La Fe que Mueve la Mano de Dios” por Josue Yrion. (p. 168-169) Todos derechos reservados.