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Atrévete A Creer 10/14

“Pues la Escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” Romanos 10:11

En la Palabra de Dios encontramos grandes y ricas promesas que como hijos de Dios tenemos derecho a usar. Estas promesas son nuestras herramientas en la oración, pues ellas nos dan la seguridad que recibiremos lo que hemos pedido porque Dios no puede ir contra su Palabra.

Una de esas promesas es ésta: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado.” Ésta promesa nos dice claramente que todo aquel que en Él creyere para salvación, para sanidad, para prosperidad, para cualquier necesidad, no será avergonzado.

Creer en Dios es confiar en Él. Creer en Dios es no tener ningún margen de duda de que te pueda fallar. En Marcos 9:14-29 encontramos la historia de un hombre necesitado, pues su hijo era atormentado por un demonio. Éste, vino a los discípulos para que le ayudaran y ellos no pudieron hacerlo. Cuando llegó Jesús y preguntó lo que sucedía, el hombre afligido le conto su tragedia. Entonces Jesús dijo: “Si puedes creer, al que cree todas las cosas le son posible.” Aquel hombre estaba desesperado, estaba quizás cansado de pedir ayuda en diferentes lugares y la situación seguía igual o peor, porque desde niño su hijo estaba poseído por aquel demonio, y muchas veces el demonio lo echaba en el fuego o en el agua para matarlo.

Frente a Jesús aquel hombre tenía dos caminos, creer o dudar. Jesús le dijo claramente “Si puedes creer, al que cree todas las cosas le son posible” Si ponemos atención, lo primero que le dice es: “Si puedes creer” Aquel hombre tenía la opción de creer o dudar, el tenía que elegir, porque solo para los que creen es la promesa.

Esto nos muestra la importancia de creer. No importa lo difícil que sea la situación, la enfermedad, el problema, el que cree tiene la victoria. La promesa no es para el que titubea, no es para el que vacila mirando lo difícil del problema, no es para el que duda de la veracidad de Dios, sino para el que Cree. La Palabra nos dice claramente: “Todo aquel que en él creyere, no será avergonzado”.

Creer en Dios, es equivalente de tener fe en Dios. La fe es la sustancia que nos hace ver lo que estamos pidiendo hecho realidad, aunque todavía no se vea en el mundo físico. Pero para que la fe pueda dar a luz al milagro, tiene que ser probada. El apóstol Pedro nos dice que la fe al igual que el oro se prueba por el fuego. (1Pedro 1:7) Cuando tu cielo se ha oscurecido, y no puedes ver nada, cuando las apariencias te vociferan que no hay solución, tu fe está siendo probada.

Dicen que las rosas dan su mayor perfume en las horas más oscuras de la noche, que corresponden como a las dos o las tres de la madrugada. Cuando la oscuridad es más intensa, es cuando las rosas están perfumando el ambiente. Es también en medio de la noche cuando nuestra fe produce su mayor aroma. Es en los momentos de más oscuridad cuando podemos honrar a Dios con nuestra fe. Es allí, en medio de nuestro llanto, en medio de nuestro dolor, en medio de la incertidumbre, donde podemos probar que creemos en la fidelidad de Dios. Dios percibe el perfume grato de nuestra fe, cuando creemos en sus promesas, y confiamos en su amor y cuidado, cuando confesamos con toda seguridad que no seremos avergonzados jamás. ¡Amén!

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