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Sacrificando Nuestro Mayor Tesoro en el Altar - 12/14

"Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo: Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Morían, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré." -Génesis 22:1-2

La obediencia es uno de los más grandes ingredientes para la prosperidad. Abraham había probado creer en Dios, sin embargo la mayor prueba a su obediencia estaba por venir.

Cuando ya había recibido su mayor tesoro, el hijo de la promesa, por el que habían esperado tanto, se le pide que lo sacrifique en el altar como una ofrenda a Dios. Si recordamos, Abraham venia de Ur de los caldeos, una tierra idolatra y pagana, donde los dioses pedían los sacrificios de niños. Claro que en la mente de Dios no estaba realmente el sacrificio humano, porque Dios odia estas prácticas, las aborrece (Jeremías 7:31) pero con este pedido estaba probando la obediencia de Abraham.

Como hoy en día nosotros tenemos que luchar contra los pensamientos contrarios que vienen a nuestra mente, en la mente de Abraham se estaba librando una gran batalla. Quizás le venían pensamientos tales como: ¿Será este Dios que me sacó de Ur igual de cruel que los dioses paganos? ¿Para qué me hizo esperar tanto por un hijo para después quitármelo? ¿Cómo le voy a decir a Sara que Dios me pidió que llevara al niño para sacrificarlo? ¿Y si lo sacrifico, y Dios no lo resucita? Todos estos pensamientos se unían a las preguntas del niño que le decía: Papá tenemos todo para hacer el sacrificio, pero el cordero ¿Dónde está? (Génisis 22:7)

Dios prueba nuestra fe, nuestra confianza, nuestro conocimiento de quien es Él, nuestro amor hacia Él pidiéndonos en ocasiones lo más que nosotros deseamos o tenemos. Pidiéndonos que sacrifiquemos en su altar lo que más amamos. Jesús le pidió al joven rico que sacrificara su dinero en el altar de Dios, pero aquel joven se fue entristecido, porque aunque había guardado todos los demás mandamientos amaba más todas sus posesiones que a Dios.

La Biblia dice: “Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.” (Mateo 6:21) Abraham probó que su mayor tesoro era Dios, el probó que conocía al Dios que lo había llamado, él conocía el carácter de Dios, su fidelidad, su amor, su poder, su bondad, él probó que su fe era firme, él estaba seguro que aunque el matara a su hijo, Dios era poderoso para levantarlo de entre los muertos.

¿Dónde está tu corazón? Te has preguntado alguna vez ¿Cuál es tu mayor tesoro? En ocasiones las cosas que más queremos se pueden interponer entre nosotros y Dios. La obediencia al mandato de amar a Dios sobre todas las cosas, de darle todo lo que somos, nuestros deseos, nuestros sueños, nuestras posesiones es el mejor camino para la prosperidad. Después que Abraham obedeció el mandato de ofrecer a su hijo, vino la bendición. “y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré….” (Gen 22: 16-17)

Si la prosperidad no se ha hecho presente en tu vida a pesar de dar tus diezmos y ofrendas, si tus peticiones no han sido contestadas es hora de reflexionar: ¿Dónde realmente está tu corazón? Recordemos que las escrituras dicen: “Más buscar primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas os serán añadidas.” (Mateo 6:33) ¡Amén!

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