“Dios mío, mi alma está abatida en mí;
Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.”
-Salmo 42:6-8
En tiempos de tristeza o angustia, en tiempos de desilusión o desanimo, puede parecer que fueron las “olas” de Dios que nos han hecho daño. Puede tornarse difícil para buscar a Dios por causa del dolor. Pero debemos hacer como este Salmista dice. Su alma esta “abatida” pero empieza este salmo diciendo: “Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo.” (1-2) En medio de su dolor, el clama por Dios. Él sabe que solo Dios puede sanar sus heridas.
El Salmista se obliga a sí mismo a recordar las misericordias de Dios en el pasado: como hizo a Israel pasar el rio Jordán y como entrego la tierra de los hermonitas a Israel, cumpliendo Su promesa. Se acuerda del monte Mizar, un monte pequeño donde las aguas que corren de los montes de Hermon se convierten en el rio Jordán que da vida a todo el desierto de Israel. El Salmista adolorido se esfuerza para acordarse de la dulzura de Dios en su provisión y su fidelidad.
De la misma manera debemos esforzarnos a recordar la bondad de Dios en nuestra salvación y las bendiciones que nos ha dado. El recordar las misericordias de Dios nos ayuda a mantener nuestra fe en Él.
“Un abismo llama a otra a la voz de tus cascadas.” El vacio que a veces sentimos en medio de pruebas nos llama a la voz de las aguas de Dios. Así es como primero conocimos a Dios y así es como seguimos conociendo más de Él. El vacio de nuestro corazón demanda la única potencia que puede satisfacer, las cascadas del Espíritu de Dios. Él es gozo y dicha. Por medio de Él tenemos ríos de agua viva. Solo las aguas de Dios pueden limpiar y curar nuestras heridas. Él nos ama con el amor de un padre. Podemos estar seguros que Él mandara Su misericordia. Podemos estar seguros que Él nos dará cantico nuevo.
No te enojes con Dios. Sumérgete en Sus cascadas y veras que ese abismo por cual has pasado termina más cerca de Dios de lo que estabas antes, y con más gozo también.