“Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.” 1 Reyes 17:13-14
Aunque en la Biblia encontramos que Dios desea prosperarnos en todas las cosas que emprendamos, no obstante, la realidad nos dice que muchas personas no son prosperadas a pesar que oran a Dios para salir de su situación.
El factor principal que interrumpe la prosperidad y no deja a la persona salir de su pobreza es la incredulidad. Dios estableció el principio de dar primero para recibir. Jesús dijo: dad y se os dará. (Lucas 6:38) La incredulidad trae temor al corazón, y este miedo produce en la persona un pensamiento equivocado, que si damos lo poco que tenemos nos quedaremos sin nada o peor, dudando así de la fidelidad del mandamiento de Dios.
Si ponemos atención, el profeta Elías le dijo a la viuda: “Dame a mi primero”. La viuda era pobre, con todas las letras le dijo que solo le quedaba un puñado de harina y un poco de aceite para hacer una torta para ella y su hijo y después morirse de hambre por la hambruna en la que se encontraban. El profeta reconoció el temor que le daba a la mujer dar lo único que tenía, pero él sabía que, obedeciendo el mandato de dar en fe para Dios, era la única manera que aquella mujer tenía para ser enormemente bendecida en ese terrible tiempo de necesidad; y la alentó diciendo: no tengas temor.
Dar a Dios primero es la clave para nuestra prosperidad. En el libro de Malaquías cap.3, encontramos que Dios mismo nos dice: “¡probadme en esto!” refiriéndose al dar los diezmos de lo que recibamos sin importar cuanto sea el monto, y ni si nos alcance o no lo que recibimos. Dios quiere que aprendamos a creerle a él, quiere que conozcamos que cuando él nos manda hacer alguna cosa, aunque nos parezca difícil, es para probar nuestra obediencia y fe en él, Dios quiere que confiemos, conociendo que si nos pide es porque nos va a dar.
La viuda pudo ver en el pedido del profeta la fidelidad y autoridad de Dios, y obedeció. Ella creyó y le dio al profeta primero. Este acto de fe tuvo un tremendo resultado, la harina ni el aceite menguaron, y fueron alimentados los tres durante tres años y medio, todo el periodo de hambre.
Quieres ser prosperado, dale a Dios primero y veras el poder sobrenatural de Dios actuar a tu favor. ¡Amén!