“Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra.” Salmo 138:7
En el día a día podemos tropezar con situaciones que nos entristecen y amedrentan haciéndonos pesado el camino en nuestra vida de fe. Suelen venir circunstancias tan inesperadas y difíciles que nos dejan sin aliento y abren paso a la confusión en nuestra mente. Al no entender lo que sucede, nos desanimamos y prontamente nos preguntamos: ¿Dónde está Dios?
Dios siempre está a nuestro lado aunque no lo veamos, aunque no sintamos su presencia. Nuestro Dios siempre está a nuestro favor peleando con nosotros en todas las batallas.
La Biblia nos declara abiertamente que el diablo es nuestro enemigo, y este se nos opone trayendo todo tipo de adversidad para hacernos flaquear y desistir de nuestra fe. Él levanta personas para que traigan falsas acusaciones o que se opongan a todo que hagamos para Dios, cerrando puertas. También trae enfermedades, contiendas, peleas, enemistades, aflicciones, y trata abiertamente de destruir la familia y hacer estrago en las finanzas.
El salmista escribe este salmo consiente de todas las dificultades que hay que enfrentar, no obstante, también manifiesta con exactitud que en medio de toda aflicción el Señor lo vivificaría dándole nuevas fuerzas para seguir adelante. El confiadamente declara que en medio de todo el tumulto de problemas que pudieran venir, Dios extendería su mano contra la furia del enemigo para salvarlo.
Por lo tanto, así como el salmista, en medio de tu aflicción permite que el Espíritu de Dios te vivifique dándote nuevas fuerzas para la batalla, e identifica ahora al enemigo y ponle un alto en el Nombre de Jesús. No importa lo que estés pasando, alza tus ojos al cielo y declara acción de gracia por tu victoria, por las proezas del Señor, porque ciertamente ya se ha levantado a tu favor. ¡Amén!