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Deseando la Palabra-4/22

Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor. 1 Pedro2:1-3

Uno de los problemas mas frecuentes que encontramos en la iglesia hoy es el raquitismo espiritual. Muchas de las personas que se convierten a Cristo, no crecen, ni dejan a tras sus viejos hábitos, los frutos del hombre de pecado y, por consiguiente, sus vidas espirituales se quedan sin crecimiento.

El apóstol Pedro enumera una serie de pecados que abundan en la iglesia, reflejando con ello el poco crecimiento espiritual que tienen aquellos que lo practican.

Primero, él nos dice: “Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones…”

Todos estos pecados abundan en la iglesia impidiendo el crecimiento espiritual. También obstruyen la obra del Señor, rompiendo la comunión entre los hermanos, dañando muchas veces, la reputación y el testimonio de muchos fieles, levantando con todo esto una atmosfera de hostilidad y divisiones en la iglesia.

Agustín de Hipona, teólogo, y una de las máximas figuras de la historia del pensamiento cristiano dijo muy acertadamente: “La malicia se deleita en el daño ajeno; el engaño imparte la duplicidad al corazón; la hipocresía imparte la duplicidad a la lengua; las detracciones hieren el carácter de otro”

Por esta causa, el apóstol recomienda: “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,”

Pedro compara a los neófitos en el conocimiento de la Palabra con niños recién nacidos, que necesitan la leche materna para su crecimiento.

Por tanto, sí sabes que estas enredado en algunos de estos pecados que el apóstol menciona, necesitas con urgencia dejarlos a los pies de Cristo y, desead como niño recién nacido la leche no adulterada que es la Palabra de Dios, para que no tengas tropiezo y, puedas crecer en el Señor. ¡Amén!