Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. 2Corintios 10:4-5
Una de las cosas difíciles de derribar en nuestra vida cristiana es la fortaleza que el diablo crea en nuestra mente. Es difícil de derribar porque son difíciles de identificar. Como creyentes no pensamos que tenemos este tipo de problemas, pero, en muchos casos el enemigo derrumba al creyente desde la fortaleza que edifico despacito en su mente.
No estoy hablando de posesión demoniaca, porque el creyente pertenece a Cristo. Hablamos de ataduras, yugo de opresión, yugo de incredulidad, duda, temor, que el diablo mantiene sobre un creyente desde afuera, operando por la fortaleza que edifico en la mente del creyente.
Y quizás usted se pregunte, ¿Cómo es que sí yo pertenezco a Cristo puede tener una fortaleza enemiga en mi vida? Muy sencillo. Lo explicaré de la siguiente forma. Así como un país libre e independiente puede tener una base militar de un país extranjero en su territorio mediante un acuerdo, de la misma forma, en la mente de un creyente puede haber una base militar del diablo si el creyente acepta sus propuestas.
Desde esta base militar el diablo hace guerra en la mente del creyente. Desde afuera el envía pensamientos mentirosos y malignos, contrarios a la Palabra de Dios. El apóstol Pablo nos exhorta a derribar estas fortalezas, estos argumentos altivos y petulantes del diablo.
Para derrumbarlos necesitamos identificar que están en nuestra mente. ¿Y como sé esto? Cuando tú mismo te escuchas hablando negativamente y contrario a lo que la Palabra enseña. Para llevar nuestros pensamientos y argumentos a la obediencia a Cristo, necesitamos ayuno y oración. ¡Amén!