Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. 2 Timoteo 1:6
En la vida podemos pasar por situaciones difíciles, reveces, que nos pueden desalentar y llevarnos cautivos al desanimo. Creo que todo creyente alguna vez a sido victima del desaliento, y quizás, en este mismo momento usted lo este padeciendo.
El desanimo se define como una falta de ánimo, fuerza o energía para hacer, resolver o emprender algo.
Al parecer el joven Timoteo estaba pasando por algo así. Él estaba a cargo de la iglesia en Éfeso, y allí comenzó a tener una serie de situaciones difíciles con los falsos maestros que confundían a la iglesia, además, las constantes persecuciones tanto de los judíos como del imperio romano lo habían llevado al desanimo.
Cuando el desanimo esta presente en nuestras vidas, el fuego de Dios no está en llamas, sino que esta como brazas de carbón encendido debajo de las cenizas del desaliento, a fuego bajo, con peligro de apagarse.
Por esta razón, el apóstol Pablo le escribe a Timoteo dándole ánimo, y le recuerda que ya él había sido dotado con todas las herramientas necesarias para llevar a cabo un ministerio efectivo, no importando las circunstancias que enfrentara. Así mismo, le hace ver que era él el que tenía que tomar la iniciativa para revocar este desanimo. Note que le dice: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti…”
Timoteo necesitaba avivar lo que ya estaba en él. El fuego necesita aire para avivarse. Las brazas encendidas ensombrecidas por el desaliento necesitaban aire para tornarse en fuego nuevamente.
En este pasaje el apóstol nos da el antídoto contra el desanimo. Es avivando el fuego del Espíritu de Dios que está en nosotros la clave para levantarnos del abatimiento, pesimismo, y desanimo.
Por tanto, no tienes porque quedarse desanimado, avive el fuego del Espíritu Santo que vive en usted, no escuche lo que el desanimo le sugiere, sople aire de fe y confianza para avivar el fuego y, le dirás adiós al desanimo. ¡Amén!