El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón. Salmo 40:8
Todo creyente debe desear hacer la voluntad de Dios. Sin embargo, para poder vivir haciendo Su voluntad, debemos conocer sus mandamientos. Su Palabra debe morar dentro de nosotros, en nuestro corazón debe estar gravado todos sus preceptos.
Cuando aceptamos a Jesús como nuestro Señor, entramos a una nueva vida con Cristo haciendo la voluntad predestinada de Dios. En Efesios 5:1 se nos dice que fuimos predestinados por Dios para hacer adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según su voluntad. También nos envolvemos hacer la voluntad moral de Dios cuando guardamos sus mandamientos, cuando vivimos una vida caminando de acuerdo a la ley moral de Dios.
Cuando conocemos la voluntad anhelada de Dios para nosotros, nos recreamos en su voluntad y nos regocijamos al saber el cuidado que el tiene de nosotros. Jeremías 29:11 nos dice esta verdad: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”
Pero que pasa cuando tropezamos con la voluntad circunstancial de Dios. Cuando en medio de nuestras adversidades, o situaciones difíciles no sabemos que hacer. ¿Cómo vamos a saber entonces cual es su voluntad para seguirla? o ¿Cómo sabremos que decisión tomar de acuerdo a su voluntad?
Dios nos guía siempre a toda verdad. Él nos guía por su Espíritu que vive dentro de nosotros. Entonces, debemos preguntarnos antes de tomar ninguna decisión: ¿Tengo paz al tomar esta decisión? ¿Estoy basando mi decisión de acuerdo con la Palabra de Dios? ¿Estoy honrando a Dios en hacer lo que estoy pensando? La Biblia es clara cuando nos dice: Amados, sí vuestro corazón no nos reprende, paz tenemos para con Dios. 1 Juan 3:21
Por tanto, alineemos nuestra vida con la Palabra, y podremos decir como el salmista: El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, Y tu ley está en medio de mi corazón. ¡Amén!