“¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.” Lucas 24:5-7
Muchas personas cargan un crucifijo representando con ello el sacrificio de Jesús en la cruz. Sin embargo, aunque la Biblia nos dice que era necesario que Jesús fuera entregado en manos de hombres pecadores, que lo crucificaran para pagar el precio de redención por todos, el crucifijo no representa la victoria que Jesús obtuvo en la cruz.
Jesús en la cruz nos redimió del pecado. Cuando su cuerpo fue flagelado por un látigo romano, él también estaba llevando nuestras enfermedades. Cuando lo golpeaban, le arrancaban su barba y lo coronaban con una corona de espinas, él estaba llevando el castigo para darnos paz. No obstante de este terrible sufrimiento que Jesús paso para salvarnos, no hubiera sido completa su obra redentora si él se hubiera quedado en la cruz.
Lucas nos cuenta que los ángeles le dijeron a las mujeres: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? Él no se quedó en la cruz. ¡Aleluya! En la cruz el nos redimió, nos sanó, y venció al diablo con sus demonios; más culminó su obra redentora venciendo a la muerte. ¡El resucitó! Ahora está sentado a la diestra del Padre en un trono de autoridad, sobre todo señorío principado y potestad.
Si Cristo resucitó vencedor y está sentado en su trono: ¿Por qué sigues viviendo en derrota? ¿Por qué con tus acciones demuestras que al Jesús que adoras todavía está en la cruz? Nuestro Señor padeció en la cruz sí, pero se levantó con poder. La resurrección de Cristo es nuestra victoria. Por lo tanto, levántate en victoria porque Cristo Jesús nuestro Señor, resucitó. ¡Amén!
