“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador.” Isaías 43:2-3
La vida del cristiano es una vida de luchas. Constantemente tropezamos con dificultades que nos dificultan nuestro caminar. Jesús mismo nos anunció que en el mundo tendríamos aflicciones. (Juan 16:33)
Si ponemos atención en este versículo de Isaías 43:2-3 el profeta también nos advierte abiertamente que vamos a pasar dificultades, adversidades, pruebas, y aflicciones. Si observamos este versículo encontramos la frase: “Cuando pases por las aguas…” La palabra agua, en hebreo (Mayin) tienen en la Biblia varios significados, sin embargo agua (mayin) en su sentido figurado alude a peligro o aflicción. Esta palabra se usó en el Salmo 18:16 cuando David dice: “Envió desde lo alto; me tomó, me sacó de las muchas aguas.” Por otra parte Isaías también dice: “Cuando pases por el fuego...” El fuego en la Biblia también tiene varios significados, pero en el Nuevo Testamento el fuego representa purificación, y se le asocia con la prueba de la fe como se menciona en 1 Pedro 1:7.
Considerando estas aclaraciones entendemos que el agua y el fuego representan pruebas. Quizás en este mismo momento te encuentres en pruebas, estas dentro del ojo del huracán y te sientes solo. Cuando sientas que las aguas te están anegando y te sientas hundir, recuerda que tienes una maravillosa promesa: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. De la misma manera cuando el calor de la batalla en que te encuentras te este abrazando, recuerda que la promesa continúa diciendo: “Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.
No importa cuán encrespado esté tu mar, las aguas no te anegaran, porque él está contigo. No importa cuán fuerte sea el fuego, su llama no te quemará, ni tan siquiera arderá en ti. ¿Por qué tenemos esta seguridad? Porque el mismo Dios nos dice: “Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador.” ¡Amén!
