En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación. Él solamente es mi roca y mi salvación; es mi refugio, no resbalaré mucho. Salmo 62:1-2
Este Salmo es hermoso, llena el corazón de todo creyente de seguridad. Por que dice una verdad tan grande, que en ocasiones no podemos reconocer, porque nuestra mirada está en las circunstancias que nos rodean.
El salmista expone su dependencia total en Dios diciendo: “En Dios solamente está acallada mi alma.” En otras palabras, dice: Delante de su majestuosa presencia solamente guardo silencio. Espero, calladamente delante de mi Dios. Solo delante de él hayo descanso y solaz, solo en su presencia encuentro quietud.
De modo que, aunque puedo sentir angustia por las situaciones que me rodean, aunque con mi mente no entienda lo que está pasando, cuando lo busco a él, una paz infinita recorre todo mi ser llenándome de paz, dándome la completa seguridad que de él viene mi salvación. Porque solamente él es mi roca, es mi refugio, es mi torre fuerte, no resbalaré.
El salmista demuestra abiertamente su confianza en Dios, y con sus palabras reafirma que, aunque el enemigo estuviera tendiéndole trampa para hacerlo caer, él no resbalaría en su fe. El verbaliza una seguridad absoluta en Dios, y confiesa, que porque Dios es su fuerte no resbalará. El exterioriza su plena seguridad al haber puesto su vida en el refugio divino, y por esto, no resbalaría.
Nuestra confianza también debe estar en Dios. Nuestra alma debe estar acallada en él. No debemos temer ni movernos de posición. Porque sí él es nuestra Roca, nuestro castillo, nuestro alto refugio, por mas que el enemigo intente destruirnos, no resbalaremos jamás. ¡Amén!
