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Corre la Carrera con Precisión 1/24

Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado. 1Corintios 9:26-27

El creyente debe correr la carrera que tiene por delante con precisión, con fidelidad y con determinación. Es muy fácil deslizarse y salirse del propósito al que hemos sido llamados sí dejamos que nuestros deseos carnales gobiernen y dirijan nuestra carrera.

Parafraseando lo que el apóstol Pablo nos dice en este pasaje entendemos, que el no corría la carrera como sí fuera un evento sin importancia, tampoco peleaba como sí estuviera jugando con el aire. Él claramente nos dice que peleaba contra su cuerpo, él disciplinaba su carne y la ponía en sumisión bajo el control y autoridad del Espíritu Santo para no perder el enfoque del propósito al cual había sido llamado.

La Biblia nos cuenta la historia de un rey que comenzó su carrera bien, pero la terminó mal.  Uzías comenzó a reinar muy joven en Judá. Dieciséis años tenía cuando comenzó a reinar y reinó por mucho tiempo y, en general, hizo lo recto delante de los ojos de Dios. Fue prosperado y alcanzó grandes logros de manera que su fama se extendió hasta Egipto. Entonces, su corazón se enalteció y quiso ejercer oficios sacerdotales que no le correspondían y Dios lo hirió con lepra hasta el día de su muerte.

Esta historia nos muestra como puede un creyente ser estorbado en su carrera. El orgullo y la prepotencia por los logros adquiridos pueden descarrilar la vida de un creyente llevándolo a   salirse del propósito de Dios. Por esta causa Pablo nos dice: “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado.”

No te apartes del propósito de Dios en tu vida. Corre la carrera con precisión, con fidelidad, con sabiduría. Sí sientes que hay orgullo, enaltecimiento por los logros obtenidos, golpea tu cuerpo como dijo el apóstol Pablo, ponlo en servidumbre bajo el control del Espíritu Santo. ¡Amén!