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Destruye los Gigantes de tu Vida-8/24

También vimos allí gigantes, hijos de Anac, raza de los gigantes, y éramos nosotros, a nuestro parecer, como langostas; y así les parecíamos a ellos. Números 13:33

El pueblo de Israel tenía la promesa de heredar la tierra, Dios se la había dado, ellos solo tenían que entrar y poseerla, tenían que pelear y echar de allí al pueblo que la habitaba. Solo necesitaban ir a la pelea en fe, conociendo que la victoria estaba asegurada porque Dios pelearía con ellos.

Sin embargo, cuando el pueblo oyó que había gigantes en aquellas tierras se paralizaron, y llenos de temor tuvieron en poco la promesa que Dios les había dado. En sus mentes solo estaba grabada la palabra: Gigantes.

Hoy en día la iglesia enfrenta a muchos gigantes, y aunque no se ven físicamente, de igual modo paralizan la fe de muchos.  Todos en un momento dado nos enfrentaremos a los gigantes del desanimo y dilación, estos gigantes vienen con mucha precisión para pararte de tu propósito, para que no continúes desarrollando lo que Dios quiere que tu hagas, te van a disuadir desviando tu atención para otras cosas, haciendo que dejes todo lo que tienes que hacer para mañana, asegurándose bien que nunca lo realices.

Y como estos dos gigantes mencionados, también nos enfrentamos día a día con el gigante del temor, la duda, la incredulidad, inseguridad, preocupación, soledad, celos, envidias, resentimientos, culpas, etc.

Estos tiranos trabajan en unidad tratando de quitar de la mente de los creyentes las promesas de Dios, colocando en ellos mentiras diabólicas con el fin de robarles toda fe y esperanza en Dios. Por esta causa, hay tantos creyentes desalentados, deprimidos, y depresivos, por el terror que le causan estos gigantes.

La única forma de salir de esta condición es enfrentando sin tapujos a estos espíritus diabólicos. Desactivando toda atadura en la mente en el Nombre de Jesús, y volviendo a llenar nuestro corazón con la bendita Palabra de Dios.

Así que, confronta y destruye los gigantes que atan tu vida, y podrás recibir tu bendición. ¡Amén!