Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han redundado más bien para el progreso del evangelio, de tal manera que mis prisiones se han hecho patentes en Cristo en todo el pretorio, y a todos los demás. Filipenses 1:12-13
El apóstol Pablo se encontraba en la cárcel, y esta circunstancia adversa había traído un erróneo pensamiento a muchos de los creyentes en la iglesia de Filipos, quienes pensaban que el encarcelamiento de Pablo era un enorme obstáculo para el progreso del evangelio, y traería efectos negativos para su ministerio.
Pablo le escribe a los filipenses, echando por tierra esta idea, afirmándoles que, en lugar de estorbarlo, las circunstancias adversas en realidad habían servido para hacer avanzar el evangelio; pues por todas partes se había corrido la noticia de su encarcelamiento e inclusive en el pretorio (palacio donde habitaba y juzgaba el pretor romano) y muchos hermanos cobrando ánimo en el Señor al oír de sus prisiones hablaban sin temor la palabra.
Todos somos muy dados a pensar en medio de una situación adversa, que lo que viene para nuestra vida es calamidad, en vez de bendición. Sin embargo, Dios permite en ocasiones la adversidad para traer una bendición mayor a nuestras vidas.
Dios es bueno, y siempre tiene un propósito en todas las cosas que el permite que pasemos. Sí ha permitido diferentes adversidades en tu vida, es porque por medio de ellas te ha fortalecido, y te ha hecho crecer en el conocimiento de Él. Además, ¿Qué sabes tú sí tu fe en acción, ha sido un testimonio vivo que ha predicado sin palabras a muchas personas a tu alrededor? Puede ser que la luz de Cristo en ti, en medios de tus circunstancias, haya alumbrado algún naufrago perdido en el mar de la desesperación.
Por lo tanto, ¡No desmayes! Ten por seguro: que Dios es justo, y lo que vez hoy como adversidad Él lo tornará en bendición. ¡Amén!