Y me llevó hacia la puerta del norte por delante de la casa; y miré, y he aquí la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová; y me postré sobre mi rostro. Ezequiel 44:4
El postrarse a los pies de nuestro Señor es un acto de sumisión total, es un momento de entrega, es un momento donde nos rendimos totalmente delante de él para hacer su voluntad.
La Biblia nos dice que, el profeta Ezequiel vio la casa llenarse con la gloria de Jehová, e inmediatamente, se postró sobre su rostro y allí postrado, oyó la voz de Dios decirle: “Hijo de hombre, pon atención, y mira con tus ojos, y oye con tus oídos todo lo que yo hablo contigo sobre todas las ordenanzas de la casa de Jehová, y todas sus leyes; y pon atención a las entradas de la casa, y a todas las salidas del santuario.” Ezequiel 44:5
Es allí, de rodillas, postrados delante de la magnificencia de Dios, en silencio, donde podemos oír su voz. Fue cuando el profeta se postró que oyó la voz de Dios dirigiéndole, haciéndole saber a que debía poner atención
De igual modo, nosotros solo vamos a oír la maravillosa voz de Dios dirigiéndonos, postrados ante Él. Es allí donde claramente entendemos lo que él quiere que hagamos. Es de rodillas donde entendemos su voluntad para nuestras vidas.
Es postrados delante de la majestuosa presencia de Dios, donde obtenemos una percepción mas clara de lo que sucede y lo que no entendemos. Es de rodillas donde el Espíritu Santo nos hace olvidar de nosotros mismos, de nuestros problemas, del mundo que nos rodea, para envolvernos en la dulce presencia de Dios. Es rendidos a los pies de Cristo donde el Espíritu Santo nos hacer ver todas las cosas desde el punto de vista de Dios, dándonos también discernimiento para que podamos decidir lo que debemos de hacer de acuerdo a la voluntad del Señor.
Entonces, procuremos pasar mas tiempos postrados en su Presencia y, experimentaremos la gloria de Dios. ¡Amén!
