Él le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. 1 Reyes 19:11
Elías había visto la clara demostración del poder de Jehová el Dios de Israel en el monte Carmelo, donde descendió fuego del cielo y quemo todo el holocausto. Con la muerte y derrota de los 450 profetas de Baal seguramente imaginó que vendría un cambio en el pueblo, que volverían a adorar al único Dios, el Dios de Israel.
Sin embargo, se dio cuenta que nada cambió, muy por el contrario, empeoró. Ahora Jebzabel lo buscaba para matarlo. Los resultados de una gran victoria pueden llegar a ser una nueva época para la derrota. En realidad, él no tenía que temerle a Jebzabel, pero al abrirle la puerta al desanimo también entro el temor.
Cuando hay un revés en medio de la euforia que nos produce la victoria nos sentimos desilusionados. Y este fue el caso de Elías, quien se sentía confundido, desanimado, fracasado y con temor.
Dios vino hablar con él y le dice: ¿Qué haces aquí Elías? La pregunta invita a el profeta a considerar las razones por las que vino a ese lugar. En ocasiones debemos preguntarnos sí estamos en el lugar que Dios nos ha llamado, y en la senda del deber. Elías comenzó a justificarse, y Dios le dice: Sal fuera de esa cueva y ponte en el monte de Dios.
Quizás tu también estas dentro de una cueva. En una cueva de desanimo, desilusión, duda, temor, e incredulidad, amargura, enemistad, rencor, incredulidad y confusión. Dios te esta diciendo: ¿Qué haces ahí? Sal fuera y sube al monte de Dios. Sal de la cueva y ven a mi en oración. ¡Amén!