Filipenses 4.6 nos da la respuesta: «Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias». La oración es sencillamente petición, ruego, súplica, plegaria, intercesión. Es la forma y la vía de comunicarnos con Dios y tener comunión con Él. Es la manera en que, por medio de Cristo, tenemos entrada y acceso al tercer cielo donde está el Señor Dios Todopoderoso. Peter Wagner refiriéndose a la oración dice: «La oración es la vía por la cual nos tornamos unidos con Dios a tal grado que Él puede fluir fácilmente en nuestros asuntos y de la misma manera nosotros podemos fluir libremente en los asuntos espirituales de Dios». Desde el Génesis hasta el Apocalipsis las Escrituras están llenas de ejemplos de distintas oraciones hechas por diferentes personajes en diversas ocasiones y de cómo Dios se las contestó a cada uno en su tiempo. Cuando leemos la Palabra de Dios, la Biblia, Dios habla con nosotros, pero cuando oramos nosotros hablamos con Dios. Derramamos nuestra alma y ser delante de Él y le dejamos saber lo que está en nuestros corazones, así como un hijo habla a su padre y el padre habla a su hijo. No hay nada más extraordinario que doblar las rodillas y orar en el Espíritu mientras nuestras lágrimas descienden de nuestra mejilla y aún más grande es saber que Dios nos está oyendo y que Él está más cerca que nuestra propia respiración.
-Tomado del libro "El Secreto de la Oración Eficaz" por Josue Yrion. (115-128)