La Liberación del Pecado

Romanos 8.2 declara: «Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte» (énfasis añadido por el autor). La expresión ha librado proviene del vocablo griego eleutheroo que significa «libertar, liberación, remitir, redimir, dejar en libertad». En el Nuevo Testamento esa palabra se usa exclusivamente para referirse a la obra de Cristo de liberar, traer liberación a los creyentes del pecado. Cuando usted conoció a Cristo, Él le perdonó, rescató de su antigua vida de pecados, le redimió de la maldición y lo puso en libertad. Pero ahora empezará una lucha sin cuartel entre su carne y su espíritu, que combatirán dentro de usted. El poder de Dios, por medio del Espíritu Santo, le proporcionará fuerza para vencer mientras que la carne tratará de hacerle pecar sucumbiendo a la tentación, como se mencionó anteriormente. Romanos 8.8 declara: «Y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios»; usted por la fe puede vencer a la carne, la tentación y el pecado. Alguien dijo que en realidad la tentación no es pecado, pecar es ceder a la tentación, así que para no pecar es necesario vencer y ser liberado de la tentación, sólo así será libre de pecado; una cosa lleva a la otra. Es como el eslabón de una cadena que debe ser roto, así, la tentación debe ser destruida, vencida por la sangre de Cristo y su poder.

El Reverendo J. Alexander Clark, un misionero escocés que laboró en África, cuenta una experiencia que tuvo con un africano que estuvo a punto de morir cuando fue atacado por una leona; Clark estuvo con él hasta que sanó y pudo irse por su propia cuenta, tres meses después el africano regresó a donde estaba el misionero, le dijo: «Usted conoce las leyes de la jungla, de la selva africana que dictan que el redimido pertenece a su redentor; en este caso yo soy el redimido porque usted me salvó de la muerte y usted es mi redentor. Yo estaba casi muerto, usted me salvó la vida, ahora estoy vivo; aquí estoy junto a mi esposa, mis hijos, mi ganado y todo lo que tengo, yo le pertenezco a usted, haga de mí lo que usted quiera». Lo mismo sucede con nosotros, usted y yo pertenecemos a nuestro Señor Jesucristo, Él es nuestro redentor, nuestro Salvador; Él nos liberó de la muerte eterna, sanó las heridas de nuestro pasado que el pecado había causado, por tanto nosotros somos de Él. Fuimos redimidos por Su sangre, tenemos a un nuevo Maestro y Señor; la Escritura lo confirma en 2 Corintios 5.15: «Y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos».

Pertenecemos a Cristo, somos parte de su reino, somos extranjeros y peregrinos aquí en la tierra, estamos en camino a la vida eterna en los cielos junto al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. De la misma manera que el misionero Clark físicamente salvó de la muerte y limpió las heridas del africano, Cristo lo hizo por nosotros espiritualmente, pues Efesios explica: «Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y PECADOS» (mayúsculas agregadas por el autor). Usted fue, por la fe, liberado del pecado. Si todavía hay áreas de debilidad en su vida cristiana que aún permanecen a su vida pasada y que le hacen ceder al pecado, usted puede ser libre. Romanos 6.6 dice: «Sabiendo esto, que nuestro viejo hombre (vida pasada) fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo de PECADO sea destruido, a fin de que no sirvamos más al PECADO» (interpretación y mayúsculas añadidas por el autor). ¡Aquí está su victoria! Su vida pasada ya murió, usted es una nueva criatura en su alma, cuerpo y espíritu; usted ya fue liberado del pecado.

Lea nuevamente Romanos 6.11: «Así también vosotros, consideraos muertos al PECADO, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro» (mayúsculas agregadas por el autor). La tentación y el pecado le asecharán continuamente en todos los miembros de su cuerpo, en sus deseos carnales, en su mente, pensamientos, actitudes, palabras, etc., pero usted puede vencer y ser liberado de todo esto. Romanos 6.12 reitera: «No reine, pues, el PECADO en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias» (mayúsculas agregadas por el autor). Usted ya ha sido libre del pecado por la obra redentora del Calvario. ¿Y cuál es la base bíblica que usted tiene para reclamar esta promesa? Romanos 6 una vez más aclara: versículo 18: «Y libertados (liberados, libres) del PECADO, vinisteis a ser siervos de la justicia». Versículo 22: «Mas ahora que habéis sido LIBERTADOS del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación y como fin, la vida eterna » (mayúsculas e interpretación agregadas por el autor). ¡Alabado sea Dios que ya fuimos libres!

Tomado del libro “La Fe que Mueve la Mano de Dios” por Josue Yrion. (p. 44-47) Todos derechos reservados.

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